Singladura 7: ENRIQUE CIMAS / MAESTRO¡¡¡
ENRIQUE CIMAS.
Maestro¡¡¡
Al llegar al portal de mi casa y encontrarme un numeroso grupo de gente llorando y, aunque al ver aquella escena me temía lo peor, la realidad resultó mucho más grave.
Esta triste historia comienza casi un año antes cuando mi tío José ( mi tío americano), regresó a España, más concretamente a San Sebastián, después de permanecer muchos años en Thampa, Florida, EE.UU., donde montó una empresa de alquiler de coches y otra de barcos. Trabajó mucho y tuvo suerte. Pudo ahorrar lo necesario para, una vez cumplidos los 60 años regresar a España.
Mi tío José Alfonsi, (hermano de mi abuela materna, "Mama Pequeña"), que como el resto de mis antecesores también había nacido en Corme, quiso emplear todo el dinero ahorrado en América, comprando una barco de pesca, y compró tal vez el más grande de los que encontró. Se llamaba "María Teresa", medía 42 metros de eslora (largo) y se dedicaría a la pesca en modalidad de "bou" (buey), es decir, en solitario y no "en pareja" como estaba de moda en aquella época.
Al mando del "María Teresa" colocó a su hermano Benigno, capitán de marina mercante, y la mayoría de los tripulantes que embarcó eran familiares (primos, sobrinos, cuñados, etc etc).
Habían transcurrido 6 días de su primera "marea" (viaje de pesca) cuando, con las bodegas llenas de pescado, decidieron regresar a puerto para efectuar la descarga del mismo. Era una noche oscura, muy oscura, llovía torrencialmente y la visibilidad era mínima, apenas unos metros.
El "María Teresa" tenía su base en el puerto pesquero de Trincherpe y hacia allí se dirigió. La niebla y la torrencial lluvia obligó a extremar todas las precauciones. La mar estaba casi de tormenta, con olas de más de 5 metros de altura y el pesquero, con 15 tripulantes a bordo enfiló su proa con rumbo equivocado y, en lugar de dirigirse a la entrada del puerto se desvió hacia unas rocas de la costa sur de la cercana Francia.
El golpe fue brutal, el "María Teresa" se partió en dos y nueve de sus quince tripulantes fueron barridos de la cubierta y arrojados contra las rocas. Los nueve perdieron la vida. Fue, sin duda, una de las mayores tragedias marítimas de aquellas fechas, con la terrible fatalidad de que la mayoría eran familiares......
La noticia no llegó a tierra hasta el día siguiente, cuando, uno de los supervivientes, sacando fuerzas de donde sólo había dolor, logró subir el acantilado y llegar al pueblo más cercano para pedir ayuda. Ayuda que sólo podía darse a los seis que habían conseguido llegar vivos a las rocas.
Al subir a casa la imagen no podía ser más dramática. Mi abuela, mi madre, mis tías, no paraban de llorar....mi tío José no paraba de lamentarse el haber regresado de América para comprar un barco que, en su primer viaje costó la vida a nueve de sus familiares a los que había intentado ayudar.... allí había esposas, hijos e incluso madres de personas a los que ya no iban a poder ver más...... fueron unas horas que yo jamás he podido olvidar.
Al día siguiente lo primero que hice fue comprar el periódico para intentar saber qué es lo que en realidad había ocurrido y, en el momento de coger el periódico y ver su primera página, me llevé una de las mayores desilusiones de mi vida.
En la primera página del diario "La Voz de España", de San Sebastián, no se decía ni una sola línea del naufragio y, sin embargo, se informaba que...¡¡¡ un trabajador había fallecido en una obra en la localidad de Lasarte!!!.
Sólo en la cuarta página, a tres columnas, se informaba: "Nueve marineros pierden la vida en el naufragio del bou "María Teresa".
¿Cómo es posible, pensé, que una tragedia en la mar, donde mueren nueve personas sea noticia de cuarta página y un obrero muerto en un obra sea de primera página?
Entonces comprendí aquella frase : "Existen tres clases de hombres: los que viven, los que mueren....y los que están en la mar". Y era verdad, la gente de la mar eran gentes de tercera clase, nadie los tenía en cuenta y daba lo mismo que muriesen seis que seiscientos...que más daba...eran gente de la mar..
Leyendo ese periódico, ese día, y viviendo la tragedia que yo estaba viviendo con todos mis seres queridos, le hice una promesa a la Virgen del Carmen (patrona de la gente de la mar).
Los funerales fueron una gran manifestación de cariño, amor y admiración hacia los nueve valientes marinos que perdieron sus vidas en aquel naufragio. La iglesia estaba abarrotada y mucha gente tuvo que seguir el funeral desde la calle. Ese día, y en esa parroquia de San Pedro se lo prometí a la Virgen del Carmen: "Seré periodista sólo y exclusivamente para hablar de la gente de la mar. Tengo que conseguir que las noticias de la mar, las buenas y las malas, se comuniquen igual que las de tierra. Tengo que conseguir que la gente de tierra hable de la gente de la mar".
Ese era mi propósito y comencé a desarrollarlo rápidamente.
Sólo habían pasado dos semanas cuando me volví a vestir de pantalón largo y solicité una entrevista con el director del diario "Unidad" de San Sebastián, que fue el que más información dio sobre el naufragio del "María Teresa".
La verdad es que tuve que llamar más de una docena de veces pero, dada mi insistencia, el director accedió a recibirme. "Por favor, ven a verme a primera hora de la tarde. Te espero a las cuatro y media".
Como se pueden imaginar, a las tres y media ya estaba yo en las cercanías del periódico, dando vueltas por la Avenida de España (hoy Avenida de la Libertad) y, a las cuatro y media en punto allí me presente.
El director era Enrique Cimas Rotondo y nada más verme me dijo: --"Siento mucho lo de tus familiares, son tragedias que a mí, que soy de tierra adentro, me conmueven especialmente. Pero dime, en que puedo ayudarte"--
--"Quiero ser el corresponsal de Unidad en Trincherpe. Quiero escribir noticias de la gente de la mar. Le prometo que no se arrepentirá"-- Se lo solté de golpe y directamente.
--"¿Has escrito en algún periódico o en alguna revista?"--
--"No. Nunca, pero le prometo que aprenderé lo antes posible"--
Enrique Cimas podía haberme dado cualquier disculpa para decirme que no necesitaba ninguna colaboración de alguien que nunca había escrito en ningún medio de comunicación, pero no lo hizo. Hizo todo lo contrario.
--"Bien, tienes lo principal, ilusión, ganas y fuerza. Tus palabras trasmiten seguridad y si eres capaz de trasmitir escribiendo lo mismo que lo haces hablando, podrás llegar a ser periodista, pero te advierto que no va a ser nada fácil. Para empezar, escribe lo que quieras, me lo traes y hablaremos..."
Enrique Cimas Rotondo fue, en realidad, el responsable de toda mi carrera periodística. De no ser por su apoyo en aquellos momentos, yo hubiese continuado instalando enchufes y presentando Festivales Schuss y, casi seguro, la buena gente de la mar hubiese continuado siendo de tercera clase...
Gracias amigo. Gracias maestro. Gracias Enrique Cimas Rotondo. Gracias.